miércoles, 28 de marzo de 2012

*La criminología mediática en la prensa hegemónica*





De Etchecopar a Zaffaroni: la criminología mediática en la prensa hegemónica

Ahí están otra vez. Esconden la nave en algún rincón oscuro del conurbano y salen de nuevo, armados, dispuestos a todo. A matar o morir.” ¿Quién es el pregonero del terror? La maquinaria de la criminología mediática  aceita sus engranajes y comienza a rodar; no estamos seguros, dicen, ante un “ellos” cuyos márgenes son cada vez más difusos.

El caso Etchecopar: Los estereotipos a la licuadora. 
El asalto al conductor radial y televisivo Angel “Baby” Etchecopar predominó en la escena mediática de la semana pasada. Su peculiaridad no radica únicamente en que la víctima es un destacado portavoz de las políticas de mano dura en materia de delitos; el aspecto más relevante lo constituye el hecho de haber encarnado como pocos esa síntesis de estereotipos  cuyo objetivo último es instalar una sociedad de control frente a una población inerme.

Así, el tratamiento de la noticia que los diarios Clarín y La Nación efectuaron en relación al tema, se centra en caracterizar a los asaltantes como aquellos potenciales asesinos, delincuentes reincidentes, menores y marginales que habitan en aquellas “escuelas del delito” que son las villas de emergencia. Son “ellos”, un otro diferente y peligroso, que no teme a matar nia perder la vida.

La pieza periodística “Los marcianos atacan de nuevo” (Clarín, domingo 18-03-12) es un claro ejemplo de la construcción estereotipada del “ellos”. La idea de un extraterrestre, “ajeno al cuerpo social”, diferente a nosotros y temible, no lo constituye solamente  el que comete el delito, sino que proviene, a decir del teórico del derecho Dr. EugenioRaúl Zaffaroni, “del mundo más amplio de estereotipados que no cometieron ningún delito y que nunca lo han de cometer”. ¿Quiénes pueden formar parte de este universo de diferentes? Desde identidades étnicas, de clase, grupos etarios (los “adolescentes”, los “menores” en general) socioculturales (los “pibes chorros”) potenciales integrantes de una marginalidad vaga que en cualquier momento puede atentar contra el orden establecido.

Para el diario Clarín, los jóvenes que viven en el barrio de los asaltantes de la casa del conductor  forman parte de una “bomba social” que no se desactiva: son “los jóvenes de la banquina, sin nada que hacer”, cuyo único destino es  “un horizonte de revólver y muerte”. Son el “ellos”,  “los pibes que todavía no salieron a robar, pero que pueden empezar esta tarde, mañana o la semana que viene”, porque la criminología mediática opera de ese modo: universalizando al “delincuente”, imponiendo su particular visión del universo social plagado de prejuicios. 

Otro de los estereotipos más frecuentes es el de la “reincidencia”: se trata de destacar que el asaltante volvió a cometer un delito gracias a la impunidad promovida por aquellos jueces que le otorgan, pese a sus antecedentes, la libertad. Así, en su edición del 14/03/12, La Nación titula: “En libertad condicional, salía a robar”, mientras explica que “Hasta anoche, ningún integrante del Tribunal Oral de San Martín que le otorgó ese beneficio al sospechoso explicó por qué excarceló al imputado, a pesar de los antecedentes que tenía”. 

Por otro lado, la criminología mediática apela a la empatía sólo en el caso de la víctima: utiliza casi únicamente como fuentes a sus familiares y amigos,  construye un perfil de “buen ciudadano”, y recurre a citas de autoridad y oficiales para legitimar la autodefensa a cualquier costo: en una nota del 17/03/12 titulada “El intendente de San Isidro defendió la reacción de Baby Etchecopar”, La Nación justificaba el homicidio cometido contra uno de los asaltantes: “Gustavo Posse dijo que el periodista ‘no tuvo opción’ ante la agresión que sufrió su familia en el asalto en su casa”. Clarín cita al Fiscal interviniente en el caso, Dr. Andrés Zárate: “para el fiscal, la acción de ‘Baby’ Etchecopar fue un caso de legítima defensa”.


La realidad presentada como tragedia
Eugenio Raúl Zaffaroni plantea que, en ocasiones, la criminología mediática da con la víctima ideal, capaz de provocar identificación en un amplio sector social, y en tal caso la convierte en vocera de su política criminológica, consagrándola como víctima héroe. La aplicación de este recurso por parte de Clarín y La Nación puede ejemplificarse con exactitud en el tratamiento que dichos medios realizaron sobre la muerte de un peluquero de la conurbanísima Lanús en ocasión de robo.

En la pieza “Lo mataron de un balazo en el corazón para robarle el auto”, publicada el 15/03/12, La Nación apela al testimonio de la madre del peluquero asesinado: “Lo mataron como a un perro de un balazo en el corazón” dijo, conmovida, la madre de la víctima, María Esther. La otra fuente, la esposa, es otra víctima a la que la criminología mediática fagocita en el peor momento de vulnerabilidad, “interrumpiendo brutalmente el camino de elaboración del duelo, o sea de restablecimiento de su equilibrio emocional” (E.R Zaffaroni). Así, a decir de La Nación, “Consternada, muchísimo más dura fue Romina, la mujer de Ayala que dijo:Me quedo sola con mis hijos por estos delincuentes de mierda que lo asesinaron por un auto de porquería. Estoy podrida de estos pendejos de mierda que tienen 14 años y los largan de vuelta porque son menores de edad. Los tienen que matar a todos”.

Las duras declaraciones de Romina no fueron puestas al azar, ya que en ellas están implícitos temas que son debatidos frecuentemente al interior de la sociedad, como lo son la baja de la edad de la imputabilidad o la pena de muerte, temas controvertidos a los que se pretende dar legitimidad mediante el testimonio directo de una víctima. La empatía generada hacia ella permite que sea políticamente correcto, o al menos comprensible, plantear la pena de muerte.“Por supuesto que estos shows seleccionan algunas víctimas y ocultan otras, procurando sugerir discursos vindicativos y represivos a las seleccionadas” (E.R Zaffaroni).

Al día siguiente, La Nación vuelve a reproducir el estereotipo de menor delincuenteen la pieza: “Cuatro detenidos por el crimen de Axel Ayala”, cuya bajada enfatiza “Cuatro personas, dos de ellas menores de edad fueron detenidas”.

Clarín lleva la emotividad y la empatía al extremo al reproducir el testimonio del hijo de siete años de la víctima: “no puedo llorar, mi papá me dijo siempre que tenía que ser un hombre fuerte”. La pieza en que esta declaración aparece, tiene el gráfico título Sueños rotos, y en ella se describe la vida de un laborioso trabajador del conurbano, que a base de esfuerzos había conseguido comprar el auto, al que unos delincuentes impidieron alcanzar su nueva meta de la casa propia (Clarín 15-03-12).

Por su parte la Nación, ese mismo día narraba: “Otra víctima de la inseguridad, otro golpe del delito. La violencia parece no detenerse en el conurbano bonaerense. Ayer fue el turno de un joven de 31 años,-padre de un nene de 7 años- en Lanús, al que para robarle el auto mataron de un tiro en el corazón”. Lo que aquí se destaca era su condición de padre de un niño de siete años, para aumentar la sensación de odio e impotencia, dato que nunca aparece cuando se elimina a un “ellos”: a nadie parece interesarle el niño que se queda sin padre cuando el asaltante es asesinado.


Nadie escapa a la inseguridad
Si bien la construcción de la victima predilecta por la criminología mediática corresponde al estereotipo del trabajador de clase media, padre de familia, buen contribuyente, respetuoso de las leyes que debe soportar el acecho constante de un “ellos” peligroso, otras tácticas más sutiles, pero no por ello menos efectivas, refuerzan esa sensación de constante amenaza. Así, los medios hegemónicos instalan en el imaginario social la idea de que hasta aún aquellos que son los responsables de garantizar la seguridad de los ciudadanos, tanto como quienes se constituyen en referentes de la defensa de los derechos humanos y de las garantías constitucionales, sufren las consecuencias de la “escalada del delito”.

En su edición del 17/03/12, el diario La Nación publicó una pieza periodística acerca del secuestro extorsivo de la familia de Juan Zabaleta, “secretario administrativo del Senado y mano derecha de Amado Boudou”. El  título “Un secuestro de tres horas que inquietó en el poder”  lleva implícita la idea de que el hecho delictivo no escapa al poder político, reforzando la representación de un estado impotente, incapaz de resolver las problemáticas que la criminología mediática identifica como prioritarias en la sociedad.

Algo similar ocurre en la edición del  14/03/12 del diario Clarín, con la pieza titulada “Brutal asalto a una Madre de Plaza de Mayo en su casa de La Plata”, donde esta vez son aquellos que velan por las garantías constitucionales, incluso las de los “delincuentes”, las víctimas de un “ellos” que hasta parece “ensañarse” hasta con sus supuestos defensores: “Se ensañaron conmigo cuando les dije que era Madre de Plaza de Mayo”, declaraba a Clarín Nora Centeno tras el episodio.

Estos mecanismos a los que recurren los medios hegemónicos tienen como objetivo instalar en el sentido común popular la percepción de un estado ausente, indiferente al reclamo ciudadano de mayor seguridad en las calles, corrupto institucionalmente e impotente que ejerce un abandono del espacio público al no dotarlo de los recursos tecnológicos y humanos necesarios para hacer efectiva una sociedad de control. Así, para Clarín el estado perdió el poder de disuasión (“Inermes ante el matar por matar”, Clarín, 13-03-12) mientras la justicia brilla por su ineficiencia; así a decir del Dr. Zaffaroni “La consigna de la criminología mediática, según la cual a mayor represión corresponde menor libertad y mayor seguridad, impulsa una política que procura un control que neutralice políticamente a la población excluída o marginada acosta del sacrificio de muchas vidas humanas”.


Zaffaroni vs. Grondona
Pero si alguien cumple un rol estratégico en la construcción de los estereotipos de que hace uso la criminología mediática, es el intelectual orgánico a las clases hegemónicas.Si hay alguien en el universo mediático que encarne a la perfección a este tipo de intelectual es Mariano Grondona, quien constituye una referencia ineludible en la difusión de la parcialidad de los medios hegemónicos.

En su columna de opinión del domingo 18-03-12 en La Nación, titulada “Los jueces los liberan y ellos vuelven a matar”Grondona ofrece una interpretación teórica y política de las causas principales de la proliferación del delito en Argentina, a saber: la propagación de una teoría del derecho que incita a la impunidad: la teoría abolicionista de la pena. No se trata ya del clásico debate entre “garantistas” y quienes exigen “mano dura”, interpretaciones ambas de la teoría liberal. De hecho, Grondona reconoce en nuestra constitución nacional una interpretación garantista del derecho; la amenaza reside ahora en una teoría que se aleja peligrosamente del encuadre liberal de que toda sociedad occidental y moderna dispone. Así el abolicionismo, doctrina que interpreta al victimario del delito como víctima oprimida del sistema, cuyos derechos básicos fueron lesionados por las desigualdades sociales imperantes, se acerca peligrosamente al “anarquismo”.

Esta asociación del abolicionismo con el anarquismo no es antojadiza: su objetivo último es asociarla al “caos” social, al desorden; a la constitución de una democracia restringida, donde los delincuentes son liberados y vuelven a atacar al cuerpo social. Y el mayor difusor de esta teoría es, a decir de Grondona, el mismísimo integrante de la Corte Suprema de Justicia, Dr. Eugenio Zaffaroni, quien ha sido responsable de formar ideológicamente a un gran número de jueces que, educados en esta doctrina, la  ejecutan a la hora de dejar en libertad a los delincuentes, erosionando los pilares básicos del ordenamiento jurídico.

El grito de guerra de la criminología mediática se hace oír en la voz de sus intelectuales del orden conservador: eliminando a la escoria social, las garantías penales son potestad de un “nosotros” restrictivo, que debe ser vigilado para ser salvaguardado; así el espíritu de su proclama puede resumirse en la siguiente frase publicada en La Nación: “Es imperioso, pues, que la policía gane en número y calidad de recursos humanos y técnicos para combatir exitosamente  el delito y recupere así la confianza de la ciudadanía, que hoy se encuentra inerme”(A merced de la delincuencia, 18-03-12).

Más poder a la policía, más efectivos patrullando las calles, mejores dispositivos de control tecnológico y rigor en la aplicación de las penas son los reclamos de la prensa hegemónica que confirman la consigna de la criminología mediática, que a decir de Zaffaroni “a mayor represión corresponde menor libertad y mayor seguridad”.



FUENTE:
http://www.redobservatorios.org.ar


Sino escuchaste este tema de Agarrate Catalina, no te lo pierdas. Prestale atencion a la letra...Se llama "VIOLENCIA"...



Vengo de la cabeza, soy de una banda descontrolada.
Hoy no me cabe nada, vas a correr porque sos cagón.
Son todos unos putos, unos amargos, unos buchones.
Llaman a los botones; vinieron todos, se quedan dos.

Hoy vas a correr, porque sos cagón. Con el culo roto, porque mando yo.
Voy a salir de caño; ya estoy re duro, estoy re pasado.
Como ya estoy jugado me chupa un huevo matarte o no.
Mi vida es un infierno; mi padre es chorro, mi madre es puta.
Vos me mandás la yuta y yo te mando para el cajón.
Yo soy el error de la sociedad. Soy el plan perfecto, que ha salido mal.

Vengo del basurero que este sistema dejó al costado.
Las leyes del mercado me convirtieron en funcional.

Soy un montón de mierda brotando de las alcantarillas.
Soy una pesadilla de la que no vas a despertar.
Vos me despreciás, vos me buchoneás; pero fisurado, me necesitás.

Soy parte de un negocio que nadie puso y que todos usan.
En la ruleta rusa yo soy la bala que te tocó.
Cargo con un linaje acumulativo de mishiadura.
Y un alma que supura veneno de otra generación.
Yo no sé quién soy, yo no sé quién sos. El tren del rebaño, se descarriló.

Ya escucho las sirenas la policía me está encerrando,
uno me está tirando me dio en la gamba, le di a un botón.

Pasa mi vida entera como un tornado escupiendo sangre,
manga de hijos de puta me dieron justo en el corazón.

sábado, 24 de marzo de 2012

*Dia Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia - 24 de Marzo*







La memoria ayuda a entender el presente.
Atar cabos, reconocer figuritas repetidas, desterrar malas costumbres,
construir camino nuevo… Hubo una vez, un estado terrorista que manchó de muerte y sinrazón nuestra tierra.
El 24 de marzo no es una fecha más, no es memoria fofa ni feriado ni festejo.
Es presente incompleto que merece ser cambiado, superado, transformado.”
(*Daniel Mancuso*, Docente)


¿Por qué recordar el 24 de Marzo del 76?

“Los pueblos sin memoria son condenados a repetir la historia”

Frente a algunas voces que se alzan hoy, cuestionando la mirada actual sobre el pasado, resulta imprescindible poner en claro, el por qué es necesario mantener la MEMORIA viva de este capitulo trágico de nuestra historia.

Durante tantos años de democracia, han tratado de silenciar y ocultar la verdadera historia, esperando que en algún momento todo se diluya, y la gente poco a poco, la olvide. Pero solo con JUSTICIA que dé luz sobre la VERDAD de lo ocurrido, será posible dejar atrás tanta oscuridad vivida.

Resulta llamativo que justo ahora en que por fin después de tantos años de lucha, cuando los juicios a los responsables de la dictadura se están llevando a cabo, gracias al apoyo y la decisión política del Gobierno Nacional, y se empiezan a encarcelar a algunos de los responsables del genocidio, haya quienes reclamen otra vez por el olvido.

Esta JUSTICIA se está alcanzando recién HOY, como resultado de la falta de valentía, de la debilidad o complicidad de nuestros gobiernos anteriores, que creyeron que todo se resolvía con las leyes de punto final, obediencia debida y los indultos. Y es claro, que no se puede construir el futuro que merecemos sin saldar las cuentas con la historia.

Aún falta mucho camino por recorrer: los responsables civiles también son responsables y cómplices y deben ser juzgados como tales. Los crímenes cometidos con fines económicos, como la apropiación de empresas mediante la desaparición de sus legítimos dueños, deben ser investigados, juzgados y castigados.

Falta todavía la aparición de los mas de cuatrocientos nietos sin encontrar, nacidos en cautiverio, que aún permanecen cautivos y viven sin saber quiénes son, en un crimen IMPRESCRIPTIBLE, que continúa cometiéndose con ellos y con sus hijos, las generaciones siguientes, que desconocen su verdadera historia y a los que se les está vulnerando el derecho a conocer su identidad.

El derecho a la identidad es un derecho humano y como tal irrenunciable. Es tan importante como el derecho a la vida, a la libertad y a la integridad física. Nadie puede decidir si quiere o no ejercer ese derecho, y es el Estado el responsable de garantizarlo y preservarlo.

Hablar de “revancha” o “resentimiento”, cuando durante tantos años de injusticia la lucha de familiares de desaparecidos y organismos de derechos humanos, ha sido pacífica, y de paciencia infinita, sin que haya habido ni un solo intento de justicia por mano propia, es cuanto menos una CANALLADA.

No es cierto que haya habido una “guerra” y que existieran dos bandos, y en el medio, una sociedad “inocente” que miraba. Aquí se utilizo el fantasma del terrorismo, que ya en el 76 era minúsculo y estaba debilitado y vencido, para someter a TODA la SOCIEDAD a un proceso económico, que no hubiera podido instaurarse de no ser por el terror y la represión. Todos fuimos VICTIMAS de la DICTADURA. 

“La dictadura militar no sólo nos dejó 30 mil desaparecidos, sino también un quiebre social, económico, político y moral que todavía hoy nos cuesta remontar, una sensación de abandono por los sueños colectivos, un desprecio por la vida humana, una sociedad fragmentada, niveles de desigualdad nunca conocidos en nuestra sociedad, una destrucción del aparato industrial y una sensación de vacío moral que aun todavía parece no tener fin, fracturas que la democracia con luces y sombras, a los tumbos ha ido dando algunas respuestas y a otras no”.
(*Diego Alberto Navarro*, Licenciado en Ciencias Políticas)


Recordemos que paso en esta fecha:

El 24 de Marzo de 1976, las Fuerzas Armadas tomaron el poder del Estado a través de las armas asestando un golpe de estado al gobierno constitucional de Isabel Martínez de Perón, que es detenida y confinada en Neuquén.

El “Órgano Supremo del Estado”, integrado por los tres comandantes en Jefe (del Ejercito, Tte. Gral. Jorge Rafael Videla; de la Armada, Alte. Eduardo Emilio Massera y de la Fuerza Aérea, el Brigadier Orlando Agosti), asumió el poder y designó como presidente de facto a Jorge Rafael Videla, dando comienzo el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional” y a la Dictadura mas sangrienta que ha sufrido nuestro país.

Su propósito declarado era el de “acabar con la subversión”, y con eso se referían no solo a la guerrilla, que ya estaba debilitada y en retirada, sino a toda forma de movilización popular, de protesta, de reclamo o de critica. Se desarrolló un proyecto planificado, dirigido a destruir toda forma de participación popular. Pero el verdadero motivo fue la instauración de un modelo económico basado en el liberalismo monetario (neoliberalismo), que era apoyado por bancos extranjeros y organismos internacionales.

El funcionario encargado de cumplir el plan económico de los militares fue José Alfredo Martínez de Hoz. Puso fin al Estado intervencionista, a la protección del mercado interno y al subsidio a empresas. Se congelaron los sueldos. Se dejó actuar al mercado libremente. Los resultados finales fueron desastrosos. Hubo un gran endeudamiento externo, las industrias quebraron y, al finalizar la dictadura, se desató la inflación.

El método que eligieron para llevarlo a cabo fue la instauración del TERROR. El terrorismo de Estado, o sea, el sistema de secuestros, torturas, asesinatos y apropiación de bebes, fue prolijamente planificado desde el poder. El régimen militar puso en marcha una represión implacable sobre todas las fuerzas democráticas: políticas, sociales y sindicales, con el objetivo de someter a la población mediante el terror de Estado para instaurar terror en la población y así imponer el “orden”, sin ninguna voz disidente.

Los grupos de tareas eran los encargados de secuestrar a la gente y trasladarla a centros clandestinos de detención. Los secuestros y asesinatos no eran declarados y las victimas de esta barbarie, pasaron a ser “desaparecidos”. Una desaparición encubre la identidad de su autor. Si no hay preso, ni cadáver, ni víctima, entonces nadie presumiblemente es acusado de nada. Esa dictadura sangrienta se llevó por delante los derechos humanos del pueblo y la vida de 30.000 argentinos.

La composición de las desapariciones fue: 30% Obreras/os; 21% estudiantes; 17% empleados/as; 10% profesionales; 5,7% docentes; 5% autónomos/as; 3,8% amas de casa; 2,5% Conscriptos y personal subalterno de las fuerzas de seguridad; 1,6% periodistas; 1,3% religiosos/as. 

Algunas de las acciones realizadas por la Junta Militar, fueron:
-Suprimir los derechos y garantías constitucionales de todos los argentinos.
-Suspender la actividad política.
-Suspender los derechos de los trabajadores.
-Intervenir los sindicatos.
-Prohibir las huelgas y manifestaciones.
-Disolver el Congreso.
-Disolver los partidos políticos.
-Destituir a la Corte Suprema de Justicia.
-Intervenir la CGT.
-Intervenir la Confederación General Económica (CGE).
-Suspender la vigencia de todos los Convenios Colectivos de Trabajo.
-Clausurar locales nocturnos.
-Quemar miles de libros y revistas considerados “peligrosos”.
-Censurar todos los medios de comunicación.
-Realizar toda clase de actos aberrantes y delitos de lesa humanidad como torturas en centros clandestinos de detención y muertes ejecutadas por miembros de las fuerzas armadas. También la apropiación sistemática de niños, muchos de los cuales nacieron en los centros clandestinos y fueron inscriptos como hijos de los represores, otros fueron vendidos y muchos abandonados en institutos.

Este sistema del terror, pensado para eliminar sistemáticamente a parte de la sociedad, fue tan eficaz que mucha de la población sobreviviente, aterrada, se acostumbró a cerrar los ojos e ignorar y negar todo, algunos aún hasta el día de hoy.

"No es rencor ni odio lo que nos guía y me guía; es justicia y lucha contra la impunidad". (NESTOR KIRCHNER)


sábado, 17 de marzo de 2012

*Clarin sigue mintiendo: Nueva desmentida, ahora de Dilma Rousseff*


http://www2.planalto.gov.br/imprensa/notas-oficiais/nota-a-imprensa-10


La presidente de Brasil, Dilma Rousseff, desmintió este viernes que haya formulado comentarios sobre una supuesta manipulación de los índices de inflación en Argentina durante un encuentro con líderes sindicales realizado el miércoles en Brasilia.

"La presidenta Dilma Rousseff desautoriza comentarios hechos en su nombre, por terceros, sobre la situación económica de Argentina", afirma un comunicado divulgado este viernes por el gobierno.

Según la nota, la gobernante brasileña "no opina sobre asuntos internos de otros países, menos aún de un país amigo y hermano, como es la República Argentina".

"La presidente Rousseff reitera su amistad por Cristina Fernández de Kirchner y su confianza en los rumbos que la mandataria argentina está imprimiendo para su país", se remata en el texto.



martes, 13 de marzo de 2012

“EL LOCO DORREGO: el Último Revolucionario”


*LIBROS RECOMENDADOS*



AUTOR: Hernán Brienza
Editorial: Marea
Publicación: 2007
ISBN: 978-987-1007-00-5
 
SINOPSIS:

“En el panteón de los próceres, la figura de Dorrego aun no encontró su lugar. El caudillo federal no encaja en los parámetros de la historiografía argentina porque encarna el cruce de dos paralelas: liberal, pero nacionalista; federal pero porteño; ilustrado, pero popular tal vez por eso la historia lo olvidó”
 

Tercer título de la colección Pasado Imperfecto. El periodista Hernán Brienza rescata con pasión y rigurosidad la tradición perdida del último revolucionario de Mayo, que aun olvidada, signó para siempre la historia de la Argentina. 

"El Loco Dorrego" repasa la vida y la actuación militar y política del prócer olvidado que fue el primero en cruzar los Andes con un ejército libertador. Que provocó que Belgrano ganara las batallas de Salta y Tucumán y perdiera Vilcapugio y Ayohuma. Que fue el verdadero creador de la guerra de guerrillas en Salta. Que fue desterrado por Pueyrredón por resistirse a que el Imperio portugués invadiera la Banda Oriental. Que estudió el sistema federal norteamericano y a su regreso se convirtió en el primer líder nacional y popular de la Argentina. Que fue el acérrimo enemigo de Bernardino Rivadavia y que finalmente fue fusilado en Navarro por Lavalle y se convirtió en la primera víctima mortal de un golpe de estado unitario.


SOBRE EL AUTOR

Hernán Brienza nació el 11 de febrero de 1971, en Buenos Aires, Argentina. Es politólogo (UBA) y periodista. Trabajó en las secciones Policiales e Internacionales del diario La Prensa y en el diario Perfil, en la sección Argentina. Tras una experiencia en las agencias de noticias por Internet de El Sitio y UOL, ingresó en la revista 3 Puntos como redactor de las secciones Política y Cultura y, posteriormente, trabajó en la revista TXT, en las áreas de Sociedad y Artes. Actualmente, escribe en el suplemento cultural Ñ, en Le Monde Diplomatique, en Caras y Caretas y en la revista Acción. Es docente en la Universidad de Palermo y en el instituto Cedeba. Es autor, también, del libro Maldito tú eres. El Caso Von Wernich. Iglesia y Represión ilegal(2003, Marea), y escribió las biografías de Alfredo Palacios, John William Cooke, Mario Santucho y Nahuel Moreno, para la Colección Fundadores de la Izquierda Argentina.


Hernán Brienza en Cuentomilibro.com habla de El loco Dorrego




FUENTES:

lunes, 12 de marzo de 2012

* Ya lo dijo el general: “La economía nunca es libre”*





Mayer Amschel Rothschild fue un inefable hombre de negocios y banquero alemán que se hizo multimillonario especulando en las Bolsas de Frankfurt y Londres. Y siempre supo del valor que la información tenía para poder enriquecerse. Cuenta la leyenda que, como tenía en su poder el sistema de comunicación de Europa a principios del siglo XIX se enteró antes de la victoria inglesa en Waterloo contra Napoleón Bonaparte y compró miles de acciones en la bolsa londinense y se sentó a esperar que llegara el resultado de la batalla y la euforia del mercado elevara las cotizaciones a las nubes. Ese hombre, un modelo de empresario para muchos banqueros y capitalistas, dijo también alguna vez: “Permítanme emitir y controlar la moneda de una Nación y no me ocuparé por quién haga las leyes.” Brillante concepto ¿verdad? Hoy podría traducirse como “déjenme controlar al Banco Central de una Nación y no me ocuparé por quien haga las leyes”.

Algo similar debe haber pensado el director del Banco de Inglaterra en 1935, Sir (¿? Los ingleses siempre con sus vetustos títulos de nobleza) Otto Niemeyer, cuando decidió crear el Banco Central de la Argentina, tras el vergonzoso tratado Roca-Runciman. Fue el autor del proyecto de creación del BCRA y dejó en su representación a cuadros técnicos que respondían directamente a sus directivas. Lo que Niemeyer decía era palabra santa para los presidentes argentinos en la primera década de existencia de esa entidad que, como anhelaba Rothschild, emitía moneda y permitía “olvidarse” de las leyes.

La autarquía del BCRA –que el Estado no pueda intervenir en sus decisiones, controlar su gestión, o su administración–, por ejemplo, es hija del proyecto de Niemeyer, quien lo estableció así para, como dijo alguna vez, poder “evitar cualquier exceso posible por parte del gobierno argentino”. ¿Por qué? Sencillo, porque impide que un gobierno pueda disponer libremente de sus recursos aún en situaciones límites como guerras, crisis internacionales, emergencias económicas o catástrofes naturales.

Un Banco Central es fundamental para la vida económica de una Nación: emite moneda, regula el crédito bancario, orienta las actividades comerciales y vigila las entidades crediticias, recibe depósitos oficiales y privados, regula la operación de divisas internacionales, establece el circulante y mantiene reservas de dinero para mantener el valor de la moneda local. Es la llave de la producción de un país. Quien maneja el Banco Central, conduce la economía o, por lo menos, permite neutralizar la acción de un gobierno.

NACIONALIZACIÓN PERONISTA. Quien lo entendió perfectamente fue, claro, Juan Domingo Perón, ya que en marzo de 1947 nacionalizó el Banco Central y, por ende, todo el sistema bancario. De esa manera redireccionó el crédito hacia el desarrollo económico –especialmente el crecimiento industrial a través del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), creado unos meses antes– e impidió que los bancos privados pudieran operar a su antojo ya que necesitaban la autorización del BCRA, ahora, en manos argentinas.

Pero como sabemos, la experiencia de independencia económica peronista duró demasiado poco. Los violentos demócratas de siempre tras asesinar cientos de personas en la Plaza de Mayo, llevaron adelante en septiembre de 1955 el golpe de Estado que intentó retrotraer a la Argentina al país del sistema semicolonial británico. Lo anunció Arturo Jauretche en su texto El Plan Prebisch o el retorno al coloniaje y no se equivocaba: de inmediato, la dictadura militar “Libertadora” ingresó –por decreto o bando– al Fondo Monetario Internacional, abrió el brutal proceso de deuda externa que encadenó a generaciones de argentinos y, obviamente, derogó la Ley 12.962, que había nacionalizado el BCRA y el sistema bancario, y se ajustó a las normas del Banco de Pagos Internacionales de Basilea (Bank for International Settlements, BIS), con sede en esa ciudad suiza. Un sólo dato enriquece esta teoría de la continuidad de políticas pro británicas: Raúl Prebisch había sido el gerente general del BCRA en 1935, acompañando a su fundador Ernesto Bosch.

Creado en 1930, el BIS reunió durante décadas a los principales bancos centrales de Europa para controlar el intercambio de divisas y manejar a los bancos centrales de los demás países. Intervinieron en su creación el Banco de Inglaterra y la banca alemana y luego, tras la Segunda Guerra Mundial, sufrió la incontinente influencia de la banca estadounidense. Momento oscuro de esta entidad bancaria fue la supuesta complicidad en el lavado de capitales expropiados a judíos durante las ocupaciones nazis entre 1938 y 1945. Estaba claro, el capital financiero internacional volvía a tallar en la economía interna argentina. Y el Banco Central pasó a formar parte del esquema financiero ideado por los organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial.

El otro mojón importante respecto de la historia del BCRA fue la sanción de la Ley  (¿decreto? ¿bando militar?) de Entidades Financieras, impuesta por el terrorífico ministro de economía de la última dictadura militar, José Alfredo Martínez de Hoz. El historiador Mario Rappoport en su imprescindible Historia Económica, política y social de la Argentina explica de que manera la liberalización del mercado financiero y la disminución de la participación del Estado “modificó drásticamente las condiciones de rentabilidad de los distintos sectores económicos, afectando en forma negativa a las actividades productivas, incentivando la valorización especulativa y produciendo la hipertrofia del sector”. La ley financiera limpiaba los últimos impedimentos para que el capital financiero pudiera entrar y salir libremente del país.

La última gran etapa en esta historia es la Ley de Convertibilidad y la reforma de la Carta Orgánica del BCRA que convertían a la entidad en poco más que un gendarme del tipo cambiario y fortalecía la independencia respecto del gobierno nacional. ¿Se entiende por qué el Banco Central se convirtió desde su creación hasta hoy –excepto por breves períodos– en un bastión del liberalismo económico argentino que rechazaba cualquier injerencia de los gobiernos? ¿Se comprende, entonces, por qué en enero de 2010 Martín Redrado se atrincheró en su despacho para no permitir que el Estado Nacional pudiera utilizar las reservas para pagar deuda externa? ¿Qué intereses estaba defendiendo Redrado en aquel momento? ¿Los del Estado? ¿Los del Banco Central? ¿Los de los organismos de crédito internacionales?

¿QUIÉN ES QUIÉN? Cuando la actual titular del BCRA, Mercedes Marcó del Pont, relató la anécdota de la advertencia de Redrado durante el conflicto fue muy sugerente. El nunca muy claro novio de Luli Salazar, le previno: “Vos no sabés con quién te estás metiendo…” Pero ¿quién es ese quién? ¿El propio Redrado o el capitalismo financiero internacional que sostiene la autarquía del Banco Central?

No es difícil responder esa pregunta. Si uno repasa la historia, comienza a quedar más claro quién es ese “quien”. El padre de la Convertibilidad, Domingo Cavallo, fue presidente del BCRA en 1982, justo cuando la dictadura militar decidió hipotecar el futuro de todos los argentinos nacionalizando la deuda externa que unos pocos privados habían contraído en el sector externo. Obviamente, esa fue la nacionalización –bueno, la de la compañía de luz Italo-Argentina, también– que más daño le produjo al país en toda la historia económica de nuestro país y que favoreció a los organismos internacionales de crédito que, de la noche a la mañana, se vieron favorecidos porque el Estado argentino los protegía de posibles quiebras de empresarios endeudados. No es casualidad, tampoco, que fuera el propio Cavallo el que impusiera la Convertibilidad y la sostuviera con un multimillonario endeudamiento externo. Para que quede claro: la estatización de la deuda privada costó al trabajador común, al docente, al kiosquero 14 mil millones de dólares. La Convertibilidad le costó al menos 100 mil millones de dólares a ese mismo ciudadano (la deuda pasó de U$S 65 mil millones a 190 mil millones en 2001 sin contar claro el dinero ingresado por las privatizaciones). Cavallo niega haber sido el responsable de la estatización en 1982 y aduce haber renunciado antes justamente por oponerse a esa medida, así que vamos a darle la razón y sólo acreditarle los 100 mil millones de dólares que nos costó su criaturita económica.

Otro presidente del BCRA muy conocido fue José Luis Machinea, luego ministro de Economía del gobierno de la Alianza. Fue idea suya el sistema conocido como el de licitación de divisas implantado para la compra y venta de dólares. Consistía en que los bancos debían hacer sus ofertas al Central para obtener dólares al día siguiente. Obviamente, la información se filtraba a los amigos y un grupo de banqueros ligados al radicalismo se beneficiaron de forma escandalosa con ese mecanismo; entre ellos Fernando de Santibáñez, jefe de la Side delarruista, y otros bancos ligados a la por entonces Coordinadora en los que todas las tardes se descorchaba champagne porque ya tenían garantizada las millonarias ganancias del día siguiente. Machinea, claro, oficializó la transferencia de la deuda privada al sistema público rubricando con su firma los pagarés de las empresas cuyas deudas había estatizado la dictadura. Cabe recordar, también, que en 2001, como ministro de Economía, fue el responsable del ajuste del 15% de los salarios y jubilaciones a los empleados del Estado.

Durante los años del menemismo, y la gestión de Cavallo en Economía, el presidente del BCRA no fue otro que Roque Fernández, un economista ultraliberal, heredero de la tradición monetarista de los Chicago boys inaugurada por Martínez de Hoz en los ’70. Trabajó para el Banco Mundial y el FMI, lo que obliga a preguntar con inocencia si no debería prohibirse que un economista pueda atender en ambos lados de la ventanilla o del mostrador. ¿Existe doble fidelidad en estos supuestos técnicos que trabajan para la banca financiera internacional y los Estados nacionales endeudados?

Mario Bléjer, por ejemplo, quién fue presidente del Central en 2002, bajo el gobierno de Eduardo Duhalde, también fue funcionario del FMI, y cuando dejó su cargo en el Banco se fue a trabajar al Banco de Inglaterra –el mismo que fundó el BCRA en 1935– como Director del Centro de Estudios.

Por último, el siempre prolijo Adolfo Prat Gay, supuesto economista progre de la Coalición Cívica, quien fue presidente del BCRA durante el gobierno de Néstor Kirchner, cumplió funciones en la Banca J.P. Morgan, uno de las entidades financieras inglesas que se encargaron de rediseñar la deuda externa argentina.

Teniendo en cuenta quiénes fueron los presidentes del BCRA de las últimas décadas –más allá de la idoneidad en la materia que otorga trabajar para entidades internacionales– queda un poco más claro quién es ese quién de la frase que Redrado le arrojó a Marcó del Pont. ¿Se trata del propio Redrado? ¿O del capitalismo financiero que tiene atrapado al BCRA desde 1935?

REFORMA TRASCENDENTE. Es por estas cosas que la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central y la derogación de la Ley de Convertibilidad es el golpe más profundo que se le ha dado al modelo neoliberal de los años noventa de los último tiempos. Pero considero que no ha sido –debido a las dificultades técnicas que conlleva– lo suficientemente bien comunicado. Muchos seguidores del kirchnerismo no han tomado verdadera conciencia del cambio económico, en términos de perspectiva histórica, que significan las leyes que se están tratando en el Congreso. Es posible que no se trate de la nacionalización de la banca como piden muchos peronistas que tienen en su marco ideológico el sistema implantado por Perón en 1947. Pero se trata, sin dudas, de la reforma más importante, en términos de medidas nacionales y populares respecto del sistema financiero, desde 1955 hasta la fecha.

La presidenta lo explicó en su discurso del 1 de marzo. Pero me parece que no fue del todo escuchado: “El rol de los Bancos Centrales fue siempre financiar a los gobiernos. El Banco Central de Inglaterra que fue creado en el siglo XVII ¿adivinen para qué fue creado, para financiar qué, a los pobres, a los nobles, a la reina? No, a los conflictos bélicos, así fue fundado el Banco Central de Inglaterra en el siglo XVII y todos los Bancos Centrales en general tienen una historia de fuerte intervención de la economía, dirección del crédito y no solamente cuidar la estabilidad de la moneda, que es una de sus funciones principales pero que no puede ser la única. Precisamente esta fue la historia de la República Argentina hasta el año 1992. En el año 1992 se produjo la reforma orgánica del Banco Central, se suprimieron todas las funciones que tenía de orientación de crédito, de decidir si el crédito podía ir al consumo, al crédito a largo plazo, la posibilidad de dar adelantos para tal o cual línea de créditos o para tal o cual producción donde el Estado privilegiara tal o cual actividad. Se lo inmovilizó, se lo invisibilizó. Claro, todo ese poder fue a parar a algún lado, porque cuando el poder se saca de un lado no es que se difumina o se evapora, eso es el vapor. El poder fue a parar a las entidades financieras, a los bancos. Por eso pasó lo que pasó no solamente en la República Argentina, sino en el mundo entero. Lo financiero por sobre lo productivo es producto de esto que se llamó en un momento Consenso de Washington y que hoy están dando marcha atrás varios países”.

La autarquía del BCRA fue uno de los grandes logros del liberalismo argentino. Fue una batalla cultural importante que ganaron gracias al oscurantismo con que siempre se manejan los economistas y porque durante muchos años un sector importante de la sociedad argentina creyó en la libertad de los mercados. No es que no lo supieran. Lo habíamos olvidado. Perón ya lo había dicho: “La economía y el libre mercado son sólo afirmaciones para el consumo de los tontos e ignorantes. La economía nunca es libre, o la controla el Estado en beneficio del pueblo, o la controlan las grandes corporaciones en perjuicio de este”.


FUENTE:




domingo, 11 de marzo de 2012

*11 de Marzo - Aniversario de la sancion de la Constitucion Nacional de 1949*

PREAMBULO CONSTITUCION DE 1949

"Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las Provincias que la componen, en cumplimiento de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y la cultura nacional, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino; ratificando la irrevocable decisión de constituir una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana, e invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia, ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución para la Nación Argentina"
 

-Acto de proclamación de la Constitución de 1949-






Discurso del general Juan Domingo Perón ante la Asamblea Constituyente Reformadora el 27 de enero de 1949


Señores Convencionales Constituyentes:

En la historia de todos los pueblos hay momentos brillantes cuyas fechas se celebran año tras año y en las cuales se establecen los principios y despiertan los valores que los acompañaron en su vida de Nación; tales fueron entre nosotros la Revolución de Mayo y su trascendencia americana impulsada por nuestros generales y por nuestros soldados. Están unidas estas fechas al entusiasmo popular que les otorga siempre un matiz de espontaneidad propicio para cantar el triunfo o la derrota. Son las horas solemnes que gestan la historia, son los momentos brillantes que cantan los poetas y declaman los políticos, son las horas de exaltación y de triunfo. 

Hay otras épocas en que, calladamente, los países se organizan sobre sólidos cimientos. Se las puede llamar épocas de transición, porque siempre señalan la decadencia de una era y el comienzo de otra. Pero no es esa su mayor importancia, sino que en realidad, en tales momentos, se extraen conclusiones y recapitulan los resultados de los hechos precedentes para poder aplicar unos y otros al porvenir. El entusiasmo cede su puesto a la serena reflexión, porque es necesario abstraer y clasificar para poder organizar y constituir. El resultado no depende de la fuerza ni del ingenio, sino del buen criterio y la imparcialidad de los hombres.

Dios no ha sido avaro con el pueblo argentino. Hemos saboreado los momentos de emoción exaltada y gustado las horas tranquilas de cimentación jurídica.

La cruzada emancipadora y la era constituyente son altísimos exponentes de la creación heroica y de la fundación jurídica. 

El genio tutelar


Permitidme que después de agradecer la invitación que me habéis hecho de asistir a este acto tan trascendental para la vida de la República, eleve mi corazón y mi pensamiento hacia las regiones inmarcesibles, donde mora el genio tutelar de los argentinos, el general San Martín.

San Martín es el héroe máximo, héroe entre los héroes y Padre de la Patria. Sin él se hubieran diluido los esfuerzos de los patriotas y quizás no hubiera existido el aglutinante que dio nueva conformación al continente americano. Fue el creador de nuestra nacionalidad y el libertador de pueblos hermanos. Para él sea nuestra perpetua devoción y agradecimiento. Los Constituyentes del 53 habían padecido ya las consecuencias de la desorganización, de la arbitrariedad y de la anarquía. La Generación del 53 era la sucesora de aquella de la Independencia, la heroica. Más que la estrategia de los campos de batalla tenía presente la obscura lucha civil; más que los cabildos populares, la desorganización política y el abandono de las artes y de los campos. Había visto de cerca la miseria, la sangre y el caos; pero debía elevarse apoyándose en el pasado para ver, más allá del presente, la grandeza del futuro; y más aún, tenía que sobreponerse a la influencia extranjera, ahondar en el modo de ser del país para no caer en la imitación de leyes foráneas. Hubo de liberarse de la intransigencia de los círculos cerrados y de los resabios coloniales, para que la Constitución no fuera a la zaga de las de su tiempo.

Augustos diputados de la Nación nombró Urquiza a los del Congreso Constituyente, y no estuvieron por debajo de ese adjetivo; reconstruyeron la Patria; terminaron con las luchas y unieron indisolublemente al pueblo y a la soberanía, renunciando a todo interés que estuviera por debajo del bienestar de la Nación.

De esta manera se elaboró nuestra Carta Magna, no sólo para legislar sino para organizar, defender y unir a la Argentina. 

Los nuevos tiempos
 
La evolución de los pueblos, el simple transcurso de los tiempos, cambian y desnaturalizan el sentido de la legislación dictada para los hombres de una época determinada. Cerrar el paso a nuevos conceptos, nuevas ideas, nuevas formas de vida, equivale a condenar a la humanidad a la ruina y al estancamiento. Al pueblo no pueden cerrársele los caminos de la reforma gradual de sus leyes; no puede impedírsele que exteriorice su modo de pensar y de sentir y los incorpore a los cuerpos fundamentales de su legislación. 

No podía el pueblo argentino permanecer impasible ante la evolución que las ideas han experimentado de cien años acá. Mucho menos podía tolerar que la persona humana que el caballero que cada pecho criollo lleva dentro, permaneciera a merced de los explotadores de su trabajo y de los conculcadores de su conciencia. Y el límite de todas las tolerancias fue rebasando cuando se dio cuenta que las actitudes negativas de todos los poderes del Estado conducían a todo el pueblo de la Nación Argentina al escepticismo y a la postración moral, desvinculándolo de la cosa pública.

El derecho a la revolución 

 
Las fuerzas armadas de la Nación, intérpretes del clamor del pueblo, sin rehuir la responsabilidad que asumían ante el pueblo mismo y ante la Historia, el 4 de junio de 1943, derribaron cuanto significaba una renuncia a la verdadera libertad, a la auténtica fraternidad de los argentinos. 


La Constitución conculcada, las leyes incumplidas o hechas a medida de los intereses contrarios a la Patria; las instituciones políticas y la organización económica al servicio del capitalismo internacional; los ciudadanos burlados en sus más elementales derechos cívicos; los trabajadores a merced de las arbitrariedades de quienes obraban con la impunidad que les aseguraban los gobiernos complacientes. Este es el cuadro que refleja vivamente la situación al producirse el movimiento militar de 1943. 
No es de extrañar que el pueblo acompañara a quienes, interpretándole, derrocaban el régimen que permitía tales abusos.

Por eso decía que no pueden cerrárseles los caminos de la reforma gradual y del perfeccionamiento de los instrumentos de gobierno que permiten y aun impulsan un constante progreso de los ciudadanos y un ulterior perfeccionamiento de los resortes políticos. 

Cuando se cierra el camino de la reforma legal nace el derecho de los pueblos a una revolución legítima.

La historia nos enseña que esta revolución legítima es siempre triunfante. No es la asonada ni el motín ni el cuartelazo; es la voz, la conciencia y la fuerza del pueblo oprimido que salta o rompe la valla que le oprime. No es la obra del egoísmo y de la maldad. La revolución en estos casos es legítima, precisamente porque derriba el egoísmo y la maldad. No cayeron éstos pulverizados el 4 de junio. Agazapados, aguardaron el momento propicio para recuperar las posiciones perdidas. Pero el pueblo, esta vez, el pueblo solo, supo enterrarlos definitivamente el 17 de octubre.


La justicia social 

Y desde entonces, la justicia social que el pueblo anhelaba, comenzó a lucir en todo su esplendor. Paulatinamente llega a todos los rincones de la Patria, y sólo los retrógrados y malvados se oponen al bienestar de quienes antes tenían todas las obligaciones y se les negaban todos los derechos.

Afirmada la personalidad humana del ciudadano anónimo, aventada la dominación que fuerzas ajenas a las de la soberanía de nuestra Patria ejercían sobre la primera de nuestras fuentes de riqueza, es decir, sobre nuestros trabajadores y sobre nuestra economía; revelada de nuevo el ansia popular de vivir una vida libre y propia, se patentizó en las urnas el deseo de terminar para siempre y el afán de evitar el retorno de las malas prácticas y malos ejemplos que impedían el normal desarrollo de la vida argentina, por cauces de legalidad y de concordia.

El clamor popular que acompañó serenamente a las fuerzas armadas el 4 de junio y estalló pujante el 17 de octubre, se impuso, solemne, el 24 de febrero.

Tres fechas próximas a nosotros, cuyo significado se proyecta hacia el futuro, y cuyo eco parece percibirse en las generaciones del porvenir. La primera señala que las fuerzas armadas respaldan los nobles deseos y elevados ideales del pueblo argentino; la segunda, representa la fuerza quieta y avasalladora de los pechos argentinos decididos a ser muralla para defender la ciudadela de sus derechos o ariete para derribar los muros de la opresión; y en la última, resplandece la conjunción armónica, la síntesis maravillosa y el sueño inalcanzado aún por muchas democracias de imponer la voluntad revolucionaria en las urnas, bajo la garantía de que la libre conciencia del pueblo sería respaldada por las armas de la Patria. 

La gran tarea 
 
Desde este punto y hora comenzó para la Argentina la tarea de su reconstrucción política, económica y social. Comenzó la tarea de destruir todo aquello que no se ajusta al nuevo estado de la conciencia jurídica expresada tan elocuentemente en las jornadas referidas y confirmada cada vez que ha sido consultada la voluntad popular. Podemos afirmar que hoy el pueblo argentino vive la vida que anhelaba vivir. 

No hubiéramos reparado en nada si para devolver su verdadera vida al pueblo argentino hubiera sido preciso transformar radicalmente la estructura del Estado; pero, por fortuna, los próceres que nos dieron honor, Patria y bandera, y los que más tarde estructuraron los basamentos jurídicos de nuestras instituciones, marcaron la senda que indefectiblemente debe seguirse para interpretar el sentimiento argentino y conducirlo con paso firme hacia sus grandes destinos. Esta senda no es otra que la libertad individual, base de la soberanía; pero ha de cuidarse que el abuso de la libertad individual no lesione la libertad de otros y que la soberanía no se limite a lo político, sino que se extienda a lo económico o, más claramente dicho, que para ser libres y soberanos no debemos respetar la libertad de quienes la usen para hacernos esclavos o siervos.

Por el instinto de conservación individual y colectivo, por el sagrado deber de defender al ciudadano y a la Patria, no debemos quedar indefensos ante cualquiera que alardeando de su derecho a la libertad quiera atentar contra nuestras libertades. Quien tal pretendiera tendrá que chocar con la muralla que le opondrán todos los corazones argentinos. 


Hasta el momento actual, sólo se habían enunciado los problemas que debían solucionarse de acuerdo a la transformación que el pueblo argentino desea. Ahora, la representación de la voluntad general del pueblo argentino ha manifestado lo que contiene esta voluntad y a fe que no es mucho. Yo, que he vivido con el oído puesto sobre el corazón del pueblo, auscultando sus más mínimos latidos, que me he enardecido con la aceleración de sus palpitaciones y abatido con sus desmayos, podría concretar las aspiraciones argentinas diciendo que lo que el pueblo argentino desea es no tolerar ultrajes de fuera, ni de dentro, ni admitir vasallaje político ni económico; vivir en paz con todo el mundo, respetar la libertad de los demás, a condición de que nos respeten la propia; eliminar las injusticias sociales, amar a la Patria y defender nuestra bandera hasta nuestro último aliento. 

Convencido como estoy de que estos son los ideales que encarnan los convencionales aquí reunidos, permitidme que exprese la emoción profunda que me ha producido ver, que para precisar el alcance de anhelo de los Constituyentes del 53 el Partido Peronista haya acordado ratificar en el Preámbulo de la Carta Magna de los argentinos, la decisión irrevocable de constituir lo que siempre he soñado: una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.

Con la mano puesta sobre el corazón, creo que este es el sueño íntimo e insobornable de todos los argentinos; de los que me siguen y de los que no tengo la fortuna de verles a mi lado.

Las reformas 

 
Con las reformas proyectadas por el Partido Peronista, la Constitución adquiere la consistencia de que hoy está necesitada. Hemos rasgado el viejo papelerío declamatorio que el siglo pasado nos transmitió; con sobriedad espartana escribimos nuestro corto mensaje a la posteridad, reflejo de la época que vivimos y consecuencia lógica de las desviaciones que habían experimentado los términos usados en 1853. 

El progreso social y económico y las regresiones políticas que el mundo ha registrado en los últimos cien años, han creado necesidades ineludibles; no atenderlas proveyendo a lo que corresponda, equivale a derogar los términos en que fue concebida por sus autores. 

¿Podían imaginar los Constituyentes del 53 que la civilización retrocediera hasta el salvajismo que hemos conocido en las guerras y revoluciones del siglo XX? ¿Imaginaron los bombardeos de ciudades abiertas o los campos de concentración, las brigadas de choque, el fusilamiento de prisioneros, las mil violaciones al derecho de gentes, los atentados a las personas y los vejámenes a los países que a diario vemos en esta posguerra interminable? Nada de ello era concebible. Hoy nos parece una pesadilla, y los argentinos no queremos que estos hechos amargos se puedan producir en nuestra Patria. Aún más: deseamos que no vuelvan a ocurrir en ningún lugar del mundo. ¡Anhelamos que la Argentina sea el reducto de las verdaderas libertades de los hombres y la Constitución su imbatible parapeto!

Orden interno 

 
En el orden interno, ¿podían imaginarse los Convencionales del 53 que la igualdad garantizada por la Constitución llevaría a la creación de entes poderosos, con medios superiores a los propios del Estado? ¿Creyeron que estas organizaciones internacionales del oro se enfrentarían con el Estado y se negarían a sojuzgarle y a extraer las riquezas del país? ¿Pensaron siquiera que los habitantes del suelo argentino serían reducidos a la condición de parias obligándoles a formar una clase social pobre, miserable y privada de todos los derechos, de todos los bienes, de todas las ilusiones y de todas las esperanzas? ¿Pensaron que la máquina electoral montada por los que se apropiaron de los resortes del poder llegaría a poner la libertad de los ciudadanos a merced del caudillo político, del "patrón" o del "amo", que contaba su "poderío electoral" por el número de conciencias impedidas de manifestarse libremente? 
Hay que tener el valor de reconocer cuándo un principio aceptado como inmutable pierde su actualidad.

Aunque se apoye en la tradición, en el derecho o en la ciencia, debe declararse caduco tan pronto lo reclame la conciencia del pueblo. Mantener un principio que ha perdido su virtualidad, equivale a sostener una ficción. 


Con las reformas propiciadas pretendemos correr definitivamente un tupido velo sobre las ficciones que los argentinos de nuestra generación hemos tenido que vivir. Deseamos que se desvanezca el reino de las tinieblas y de los engaños. Aspiramos a que la Argentina pueda vivir una vida real y verdadera. Pero esto sólo puede alcanzarse si la Constitución garantiza la existencia perdurable de una democracia verdadera y real.

El ideal revolucionario 

 
La demostración más evidente de que la conquista de nuestras aspiraciones va por buen camino la ofrece el hecho de que se reúne el Congreso Nacional Constituyente después de transcurridos más de cinco años y medio del golpe de fuerza que derribó el último gobierno oligárquico. La acción revolucionaria no hubiera resistido los embates de la pasión, de la maldad y de odio si no hubiese seguido la trayectoria inicial que dio impulso y sentido al movimiento. La idea revolucionaria no hubiera podido concretarse en un molde constitucional de no haber podido resistir las críticas, los embates y el desgaste propios de los principios cuando chocan con los escollos que diariamente salen al paso del gobernante. Los principios de la revolución no se hubieran mantenido si no hubiesen sido el fiel reflejo del sentimiento argentino. 

Muy profunda ha de ser la huella impresa en la conciencia nacional por los principios que rigen nuestro movimiento cuando en la última consulta electoral el pueblo los ha consagrado otorgándoles amplios poderes reformadores. Y de esta Asamblea que hoy inicia su labor constructiva debe salir el edificio que la Nación entera aguarda para alojar dignamente el mundo de ilusiones y esperanzas que sus auténticos intérpretes le han hecho concebir. 

En este momento se agolpan en mi mente las quimeras de nuestros próceres y las inquietudes de nuestro pueblo. Los episodios que han jalonado nuestra historia. La lucha titánica desarrollada en los casi ciento treinta y nueve años transcurridos desde el alumbramiento de nuestra Patria. La emancipación, los primeros pasos para organizarse, las discordias civiles, la estructuración política, los anhelos de independencia total, la entrega a los intereses foráneos, la desesperación del pueblo al verse sojuzgado económicamente y el último esfuerzo realizado por romper toda atadura que nos humillara y toda genuflexión que nos ofendiera. 


Todo esto desfila por mi mente y golpea mi corazón con igual ímpetu que percute y exalta vuestro espíritu. Y pienso en los fútiles subterfugios que se han opuesto a las reformas proyectadas. Y veo tan deleznables los motivos y tan envueltas en tinieblas las sinrazones, que ratifico, como seguramente vosotros ratificáis en el altar sagrado de vuestra conciencia, los elevados principios en que las reformas se inspiran y las serenas normas que concretan sus preceptos. 

Y consciente de la responsabilidad que a esta Magna Asamblea alcanza, os exhorto a que ningún sórdido interés enturbie vuestro espíritu y ningún móvil mezquino desvíe vuestro derrotero. Que salga limpia y pura la voluntad nacional. ¡Así añadiréis un galardón más de gloria a nuestra Patria! 

Interés supremo de la Patria
 
En los grandes rasgos de las reformas proyectadas por el Partido Peronista, se perfila clara la voluntad ciudadana que ha empujado nuestros actos. 


Cuando al crearse la Secretaría de Trabajo y Previsión se inició definitivamente la era de la política social, las masas obreras argentinas siguieron esperanzadamente la cruzada redentora que de tanto tiempo atrás anhelaban. Vieron claro el camino que debía recorrerse. En el discurso del día 2 de diciembre de 1943 afirmaba que "por encima de preceptos casuísticos, que la realidad puede tornar caducos el día de mañana, está la declaración de los altísimos principios de colaboración social". El objeto que con ello perseguía era: robustecer los vínculos de solidaridad humana, incrementar el progreso de la economía nacional, fomentar el acceso a la propiedad privada, acrecer la producción en todas sus manifestaciones y defender al trabajador mejorando sus condiciones de trabajo y de vida. 


Al volver la vista atrás y examinar el camino recorrido desde que tales palabras fueron pronunciadas, no puedo menos que preguntar a los esforzados hombres de trabajo de mi Patria entera si, a pesar de todos los obstáculos que se han opuesto al logro de mis aspiraciones he logrado o no lo que me proponía alcanzar. 


Y cotejando este programa mínimo, esbozo de la primera hora, cuando era tan fácil prometer sin tasa ni medida, ¿no es cierto que se nota una completa analogía con los rasgos esenciales de la reforma que el peronismo lleva al Congreso Constituyente? La mesura con que Dios guió mis primeros pasos es equiparable a la prudencia que inspira las reformas proyectadas.

Si así no hubiera sido, tened la absoluta certeza, de que, como jefe del partido, no hubiera consentido que se formularan. En toda mi vida política he sostenido que no dejaré prevalecer una decisión del partido que pueda lesionar en lo más mínimo el interés supremo de la Patria. Creed que esta afirmación responde al más íntimo convencimiento de mi alma, y que fervientemente pido a Dios que mientras viva me lo mantenga. 


Había pensado en la conveniencia de presentar ante Vuestra Honorabilidad el comentario de las reformas que aparecen en el anteproyecto elaborado por el Partido Peronista. Desisto, sin embargo, de la idea porque exigiría un tiempo excesivo. Por otra parte, la explicación se encuentra sintetizada en el propio anteproyecto y desarrollada ampliamente por mí en un discurso que ha tenido amplia difusión. 

La presencia de los pueblos

Señores: La comunidad nacional como fenómeno de masas aparece en las postrimerías de la democracia liberal. Ha desbordado los límites del ágora política ocupada por unas minorías incapaces de comprender la novedad de los cambios sociales de nuestros días. El siglo XIX descubrió la libertad, pero no pudo idear que ésta tendría que ser ofrecida de un modo general, y que para ello era absolutamente imprescindible la igualdad de su disfrute.


Cada siglo tiene su conquista, y a la altura del actual debemos reconocer que así como el pasado se limitó a obtener la libertad, el nuestro debe proponerse la justicia. 

El contenido de los conceptos Nación, sociedad y voluntad nacional no era antes lo que es en la actualidad. Era una fuerza pasiva; era el sujeto silencioso y anónimo de veinte siglos de dolorosa evolución. Cuando este sujeto silencioso y anónimo surge como una masa, las ideas viejas se vuelven aleatorias, la organización política tradicional tambalea. 


Ya no es posible mantener la estructuración del Estado en una rotación entre conservadores y liberales. Ya no es posible limitar la función pública a la mera misión del Estado-gendarme. No basta ya con administrar: es imprescindible comprender y actuar. Es menester unir; es preciso crear. 

Cuando esa masa planta sus aspiraciones, los clásicos partidos turnantes averiguan que su dispositivo no estaba preparado para una demanda semejante. Cuando la democracia liberal divisa al hombre al pie de su instrumento de trabajo, advierte que no había calculado sus problemas, que no había contado con él, y, lo que es más significativo, que en lo futuro ya no se podrá prescindir del trabajador. 


Lo que los pueblos avanzan en el camino político, puede ser desandado en un día. Puede desviarse, rectificarse o perderse lo que en el terreno económico se avanza. Pero lo que en el terreno social se adelante, esto no retrocede jamás.

Democracia social 

Y la democracia liberal, flexible en sus instituciones para retrocesos y discreteos políticos y económicos, no era igualmente flexible para los problemas sociales; y la sociedad burguesa, al romper sus líneas ha mostrado el espectáculo impresionante de los pueblos puestos de pie para medir la magnitud de su presencia, el volumen de su clamor, la justicia de sus aspiraciones. 


A la expectación popular sucede el descontento. La esperanza en la acción de las leyes se transforma en resentimiento si aquéllas toleran la injusticia. El Estado asiste impotente a una creciente pérdida de prestigio. Sus instituciones le impiden tomar medidas adecuadas y se manifiesta el divorcio entre su fisonomía y la de la Nación que dice representar. 


A la pérdida de prestigio sucede la ineficacia, y, a ésta, la amenaza de rebelión, porque si la sociedad no halla en el poder el instrumento de su felicidad, labra en la intemperie el instrumento de la subversión.

¡Esto es el signo de la crisis!
El caso de los absolutismos abrió a las iniciativas amplio cauce; pero las iniciativas no regularían por sí mismas los objetivos colectivos, sino los privados. 


Mientras se fundaban los grandes capitalismos, el pueblo permaneció aislado y expectante. Después, frente la explotación, fortaleció su propio descontento. 


Hoy no es posible pensar organizarse sin el pueblo, ni organizar un Estado de minorías para entregar a unos pocos privilegiados la administración de la libertad. Esto quiere decir que de la democracia liberal hemos pasado a la democracia social.

Nuestra preocupación no es tan sólo crear un ambiente favorable para que los más capaces o los mejor preparados labren su prosperidad, sino procurar el bienestar de todos. Junto al arado, sobre la tierra, en los talleres y en las fábricas, en el templo del trabajo, donde quiera que veamos al individuo que forma esas masas, al descamisado, que identifica entre nosotros nuestra orgullosa compresión del acontecimiento de nuestro siglo, se halla hoy también el Estado.

Nuestro apoyo 

 
El Estado argentino de hoy tiene ahí puesta su atención y su preocupación. La felicidad y el bienestar de la masa son las garantías del orden, son el testimonio de que la primera consigna del principio de autoridad en nuestra época ha sido cumplida.


Queden con su conciencia los que piensan que el problema puede solucionarse aprisionando con mano de hierro las justas protestas de la necesidad o los que quieren convertir la Nación en un rencoroso régimen de trabajos forzados sin compensaciones y sin alegrías.

Nosotros creemos que la fe y la experiencia han iluminado nuestro pensamiento, para permitirnos extraer de esa crisis patética de la humanidad las enseñanzas necesarias.


Esa masa, ese cuerpo social, ese descamisado que estremece con su presencia la mole envejecida de las organizaciones estatales que no han querido aún mortificarse ni progresar es, precisamente, nuestro apoyo, es la causa de nuestros trabajos, es nuestra gran esperanza. Y esto es lo que da, precisamente, tono, matiz y sentido a nuestra democracia social.

Perfeccionar la libertad 

 
Señores: Estamos en este recinto unidos espiritualmente en el gran anhelo de perfeccionar la magna idea de libertad, que las desviaciones de la democracia liberal y su alejamiento de lo humano hicieron imposible. 


Cuando el mundo vive horas de dolorosa inquietud, nos enorgullece observar que lo que impulsa y anima nuestra acción es la comunidad nacional esperanzada. Conscientes de la trascendencia del momento, del signo decisivo de esa época en que nos hallamos, queremos hacernos dignos de su confianza.


Señores Convencionales: Termino mis palabras con las que empieza y seguirá empezando nuestra Constitución: ¡Invoco a Dios, fuente de toda razón y justicia, para que os dé el acierto que los argentinos esperamos y que la Patria necesita!

*JUAN DOMINGO PERON*




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